«El escritor no está libre de su escritura más que por el uso que hace de ella; es decir, por su propia lectura. Como si escribir tuviera por meta, en suma, instaurar la lectura de lo que acabará por escribirse, a partir de lo que ha sido escrito.
Por otro lado, lo que ha sido escrito, al no ser leído más que cuando se escribe, es constantemente modificado por la escritura».
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